accesibilidad


Todas las formas de liturgia deben ser completamente accesibles para todas las personas, incluyendo aquellas que padecen impedimentos visuales, auditivos o quienes tienen dificultades para caminar, los que usan silla de ruedas y los adultos mayores débiles. Su integración total en la Comunidad es de suma importancia, pues cuando los edificios presentan barreras para la participación activa y completa de todos, se lastima al Cuerpo de Cristo.

Por lo tanto, se deben eliminar aquellas barreras arquitectónicas que dificultan su integración, construyendo rampas, elevadores, barandales, pasamanos y señalizadores de orientación en todas las partes y espacios del recinto.

El proceso de planeación debe incluir la consulta a varias personas con diversas discapacidades para asegurar una cuidadosa revisión de barreras arquitectónicas potenciales o existentes.

Las adaptaciones de los edificios existentes pueden ser costosas, pero el no hacer los lugares de culto accesibles para la comunidad puede tener un costo humano y eclesial mucho mayor.

El objetivo será siempre hacer de toda la iglesia un lugar accesible para todo el Pueblo de Dios.