La sede es el lugar que expresa el ministerio de aquel que preside la asamblea litúrgica en la persona de Cristo. Por consiguiente, la sede ha de estar en lugar preeminente, de cara al pueblo, pero sin que dé la sensación de dominio o de excesiva distancia, que haga difícil la comunicación entre el sacerdote y la asamblea. Debe distinguirse por su diseño del asiento de los otros ministros, evitando toda apariencia de trono. Su lugar más adecuado será al fondo del presbiterio, a no ser que la estructura del edificio u otra circunstancia lo impidan.