altar


El altar es signo de Cristo sacerdote y víctima. Es la mesa del sacrificio y del banquete que el Padre prepara para los hijos en la casa común. Es necesario que sea visible, para que todos se sientan invitados a participar de él. Debe ser único en la iglesia, para poder ser el centro visible al cual la Comunidad reunida se dirige.

El altar es el punto de atención natural del presbiterio y debe estar separado de la pared, de modo que se le pueda rodear fácilmente. Debe ser fijo (con la base pegada al piso). La mesa del altar ha de ser preferiblemente de un solo bloque de piedra natural, pues representa a Cristo, la Piedra Viva. Sin embargo, a juicio de la Conferencia Episcopal, puede emplearse otra materia digna y sólida. Su tamaño y forma cuadrangular (evitando, por lo tanto, la forma circular) deben reflejar la naturaleza del altar y deben estar en armonía estética y proporción con los otros elementos del presbiterio (crucifijo, ambón y sede).

Debe estar visible desde todas partes de la iglesia, sin causar una división visual o simbólica con respecto a la asamblea litúrgica.

Conviene buscar formas de ascenso que permitan el acceso al altar a los ministros que utilizan silla de ruedas o que presentan movilidad reducida.