CARTA APOSTÓLICA EN FORMA DE «MOTU PROPRIO»DEL SUMO PONTÍFICE FRANCISCO «Verbum Abbreviatum»

CARTA APOSTÓLICA EN FORMA DE «MOTU PROPRIO»

DEL SUMO PONTÍFICE FRANCISCO «Verbum Abbreviatum»

con la que se disponen algunas medidas sobre la homilía

«El Verbo se ha abreviado» («Ho Logos pachynetai»): con esta sugestiva expresión tomada de san Pablo (Rm 9, 28) Orígenes describía precisamente el misterio de la encarnación y natividad del Señor que, a su vez es imagen de la misma Escritura (Peri archon, 1, 2, 8). Dios se ha abajado, se ha humillado hasta nosotros, ha «abreviado» su grandeza para que le pudiéramos entender. Los ministros sagrados, servidores de este mismo Dios, deben seguir las huellas del maestro y hacerse pequeños, comprensibles, porque en su «abreviación» reciben los fieles la «abreviación» de Dios.

En la exhortación postsinodal Evangelii Gaudium traté ampliamente el tema de la Evangelización, poniendo especial énfasis en la predicación y, en particular, en la homilía, que debía convertirse en «un reconfortante encuentro con la Palabra, una fuente constante de renovación y de crecimiento» (n. 135). Poco después mandé la publicación del Directorio Homilético. Ambos documentos insistían en la naturaleza litúrgica de la homilía, en la necesidad de una adecuada preparación y en la sobriedad en cuanto al tiempo.

Para favorecer la puesta en práctica de estos principios, establezco cuanto sigue:

Art. 1

§ 1. La homilía ha de tener una forma litúrgica, sea en el vocabulario y expresiones que se usan, sea en los gestos del predicador.

§ 2. Se concluirá con una expresión litúrgica pronunciada por el diácono o, en su defecto, un concelebrante o el mismo sacerdote. En latín será: «Laudetur Iesus Christus», a lo que el pueblo responderá: «In aeternum».

§ 3. Las Conferencias Episcopales deberán determinar la fórmula que ha de usarse en las respectivas lenguas vernáculas.

Art. 2

La homilía siempre ha de prepararse de antemano. Es un derecho de los fieles. Aunque no hay norma que pueda garantizar esto, pido encarecidamente a todos los sacerdotes que han de predicar una homilía que la preparen por escrito y procuren ceñirse a ello. Los sacerdotes ayúdense corrigiéndose fraternalmente cuando observen que alguno de sus hermanos no se prepara a tan delicado ministerio; y el que reciba la corrección hágalo con humildad y sea agradecido.

Art. 3

§ 1. La homilía no puede durar en ningún caso más de diez minutos. A este respecto dispongo que se modifique el Código de Derecho Canónico y que el can. 676 § 1. quede, en adelante, del siguiente modo: «Entre las formas de predicación destaca la homilía, que es parte de la misma liturgia y está reservada al sacerdote o al diácono; a lo largo del año litúrgico, expónganse en ella, partiendo del texto sagrado, los misterios de la fe y las normas de vida cristiana. La homilía no puede durar más de 10 minutos».

§ 2. Pasados los diez minutos el diácono se pondrá de pie y dirá: «Laudetur Iesus Christus», a lo que el pueblo responderá, poniéndose de pie: «In aeternum». El sacerdote deberá interrumpir la homilía y proseguir la misa. En caso de que falte el diácono este ministerio lo hará el primero de los concelebrantes.

§ 3. En caso de que falte diácono y concelebrantes, cualquier otro ministro o el mismo sacristán hará sonar una campana y toda la asamblea se pondrá de pie y el sacerdote deberá terminar inmediatamente la homilía como se indica en el Art. 1 § 2 de este Motu Proprio.

Cuanto deliberado con esta Carta apostólica en forma de «Motu proprio», ordeno que entre en vigor de manera firme y estable, no obstante cualquier disposición contraria, aunque sea digna de particular mención, y que sea promulgada mediante publicación en L’Osservatore Romano y, posteriormente, en Acta Apostolicae Sedis, entrando en vigor el 29 de febrero de 2017.

Encomendemos a la Santísima Virgen María, Madre del Verbo Abreviado y Consoladora de los Afligidos Oyentes de Homilías Aburridas la eficacia de estas disposiciones. Y que, si alguien no hubiere leído hasta estas líneas y todavía esté en el error que hayan sido escritas por mí, que aprenda a leer también el final de los documentos. Digo yo.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el 28 de diciembre de 2016, día de los Santos Inocentes.

Francisco