“Tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará” (Mt 6, 18).
Al Pueblo de Dios que peregrina en la Arquidiócesis de León.
El tiempo de Cuaresma ha iniciado con el miércoles de ceniza y la Palabra de Dios nos muestra con claridad el camino de este tiempo especial de gracia. Jesús, en el Evangelio de San Mateo, remarca tres aspectos fundamentales para fortalecer nuestro compromiso de fe ante Dios y ante los hermanos: la limosna, la oración y el ayuno. Y practicando estas obras, dice Jesús: “tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará”.
Somos testigos de la realidad del mundo de hoy, que camina muy de prisa, podemos preguntarnos si su realidad ha influido también en nosotros, ya que las nuevas Tecnologías de la Comunicación han llevado al ser humano a atender y superar muchas situaciones, pero ha dejado lo esencial de la vida; la Palabra de Dios hoy más que nunca invita al hombre a entrar en una dinámica muy diferente a la que la oleada social nos ha llevado.
Jesús nos invita a dar limosna en lo secreto. Dar limosna nos lleva a ponernos en la dinámica del compartir. Un peligro muy latente en la sociedad es dejarse llevar por el consumismo y la idolatría de los bienes, despojando al hombre de sí, lo aleja del prójimo, lo hace infeliz, lo engaña, lo defrauda; porque el hombre se ha empeñado en situar las cosas materiales en el lugar de Dios; pone a Dios en segundo plano excluyendo a Dios como fuente de la vida.
La tentación es pensar, como el rico de la parábola: «Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años… Pero Dios le dijo: “¡Insensato! Esta misma noche te reclamarán el alma”» (Lc 12, 19-20). La práctica de la limosna nos recuerda el primado de Dios y la atención hacia los demás, para redescubrir a nuestro Padre bueno y recibir su misericordia. Porque cada vez que nos donamos al otro, tenemos la oportunidad de reconocernos a la vez necesitados de Dios así como del hermano.
Jesús nos pide orar en lo secreto. Y ¿qué es oración? Oración, desde el punto de vista teológico es un don. Nosotros somos hijos y Dios nos ha dado el poder de escucharle y responderle como a un Padre (Jn 1, 12). La oración es una gracia, un ofrecimiento de Dios, ya que en la oración, Dios va dirigiendo la palabra y provocando una respuesta. Así es Dios cuando nos disponemos a orar, cuando nos damos el tiempo de acudir a Él y dejarnos cautivar por Él.
No es una oración obligada, la que Jesús nos pide. La exhortación que Jesús hace es a experimentar una oración perseverante, en donde no existe la obligación, sino la seguridad y la
confianza de que Dios, nuestro Padre, nos escucha. Lo difícil para nosotros cristianos tal vez no es hacer oración, lo complicado es, muchas veces, creer que efectivamente Dios nos concede el poder increíble de entablar un diálogo con él y obtener las gracias que muchas veces no nos atrevemos a pedir.
Jesús nos pide ayunar. La Iglesia, recomienda el ayuno (cf. Canon 1249), como ayuda al dominio de las pasiones y como reparación de los pecados. El ayuno siempre ha sido y es parte de la ascética católica. El ayuno nos ayuda a delimitar el consumo de comida y bebida para imitar los sufrimientos de Cristo durante su pasión y a través de toda su vida terrena. La práctica del ayuno nos recordará que es en donde se da el paso a la conversión que Jesús nos pide.
El verdadero ayuno consiste en cumplir la voluntad del Padre celestial, que «ve en lo secreto y te recompensará» (Mt 6,18). Jesús nos da ejemplo al responder a Satanás, al término de los 40 días pasados en el desierto: «no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4,4). El verdadero ayuno, por consiguiente, tiene como finalidad comer el «alimento verdadero», que es hacer la voluntad del Padre (cfr. Jn 4,34).
Estos tres pilares de la cuaresma podrán ayudarnos, queridos hermanos a vivir muy de cerca este tiempo de gracia como Jesús nos lo pide. «Las cosas que os pido no están más allá de vuestras fuerzas, no es necesario alcanzar las nubes ni atravesar los mares. Todo lo que os mando está al alcance de la mano, en vuestro corazón y a vuestro alrededor». Santo Cura de Ars.
En medio de todas las propuestas que la sociedad nos presenta actualmente: el ruido, el aislamiento, el poco valor a lo sagrado, la pérdida de valores, la sensualidad desenfrenada, Jesús nos pide comprometernos en las prácticas evangélicas auténticas que nos garantizan estabilidad de vida: la limosna, la oración y el ayuno. Que esta cuaresma demos un paso en nuestra vida de fe y nos comprometamos a vivir auténticamente como hijos de Dios y que este tiempo nos prepare para celebrar la Pascua del Señor.
Con mi aprecio y bendición.
León, Gto., México a 14 de febrero de 2018.
+Alfonso Cortés
Arzobispo de León